La Familia y el Cuidado de la Vida
La familia es una comunidad de vida y de amor, en ella se gesta la vida de cada nuevo ser humano y es en ella donde propiamente debe ser acogida y cuidada. Frente al desarrollo de una cultura de la muerte, la familia está llamada de manera importante a colaborar en la construcción de una sociedad y cultura de la vida.
¿Cómo pueden las familias colaborar con esta cultura de la vida? El papa Juan Pablo II en el capítulo IV de la Encíclica Evangelium Vitae propone tres grandes tareas a la Iglesia para contribuir a la edificación de una cultura de la vida: anunciar, celebrar y servir el Evangelio de la Vida (Evangelium Vitae, Capítulo IV).
En relación con el anuncio, es importante destacar el rol de la familia en la educación de los hijos sobre el valor y dignidad de la vida por nacer y de la originalidad de la transmisión de la vida, así como también sobre el valor y dignidad de aquellos miembros de la familia que, por razones de edad, enfermedad, etc. puedan encontrarse en un estado de mayor vulnerabilidad.
En la familia se da el ambiente propicio para aprender a acoger a cada uno como un don que debe ser amado y cuidado
Esta tarea del anuncio sobrepasa los límites de la propia familia, es una invitación al diálogo con otras familias para acompañarlas en este camino de acogida y recepción de la vida como un don, principalmente en situaciones de particular vulnerabilidad.
La tarea de la celebración implica que las familias están llamadas a cultivar la mirada contemplativa, sobre el don de la vida, en expresión de Juan Pablo II. Esta contemplación nos llevará a mirar este don de la vida más allá de las apariencias, a descubrir, dejarse envolver y gozarse con las promesas que contiene cada ser humano. La celebración es expresión de valoración, alegría y gratitud.
Para celebrar no es preciso organizar grandes eventos, aunque habrá momentos en que se amerite, serán suficientes gestos sencillos que tengan la virtud de expresar esa valoración, agradecimiento y alegría por el don de la vida del otro.
La tarea del servicio se manifiesta principalmente en la disponibilidad y atención a las necesidades de los demás, principalmente de aquellos más vulnerables. Esto requiere un esfuerzo por salir de nosotros mismos para ir al encuentro del otro y descubrir el gozo que brota del compartir el tiempo, lo que se tiene y lo que se es con el otro. Nos desarrollamos más plenamente como personas con el otro que encerrados en nosotros mismos. El ejemplo del esposo que con abnegación y sobre todo con amor cuida con naturalidad hasta donde puede y acompaña a su esposa enferma, enseña más a los hijos que cualquier tratado sobre la compasión y la caridad.
Esta dimensión de servicio que se aprende y vive en la familia de manera eminente, también está llamada a extenderse fuera de los propios límites familiares, a través de la participación como familia en distintas iniciativas, proyectos, asociaciones que fomenten el apoyo a las personas y familias en situación de necesidad.
La familia es la célula básica de la sociedad, si en nuestras familias se acoge, valora y promociona la vida, tendremos una sociedad que valora y defiende la vida de todos y cada uno de los seres humanos.
Para reflexionar
1.- ¿Cómo es nuestra acogida y atención como familia, de aquellos miembros que son más vulnerables?
2.- ¿Qué dificultades encontramos para vivir las tareas de anuncio, celebración y servicio como familia?
3.- ¿Cómo podemos vivir estas tareas de anuncio, celebración y servicio en nuestra familia?
María Montserrat Martín
Instituto Berit de la familia, UST